sábado, 14 de marzo de 2015

11 de octubre de 2011


Al fin y al cabo la tormenta solo deja que caiga la lluvia, porque tranquila, que no lo hará el cielo... Quizás los destellos de entre las nubes no pretendan más que alumbrarnos a nosotros también... - Y corría la lluvia haciendo que a cada paso su destino pareciera más inalcanzable. No importaba, estaban allí y seguirían haciéndolo. Parecía que aquella noche habría más luz de lo habitual. Más luz, más latidos, y solo sería la primera de tantas lunas que verían alejarse. 

J. 

J

j
5 de enero de 2012


Cierras la boca, fuerte, y ejerces una presión casi tan grande como la que soportan tus oídos que has hecho que pierdan la habilidad de escuchar antes que la de oír. Te tapas esa boca que hace sangrar a otras a base de regalar pedazitos de ese amargor que tú tienes por dulce. Como si de un monstruo se tratase eso que llevas dentro, cortas tu aliento para que de tus labios no cuelguen signos de interrogación que crees que nadie querrá sujetar.

J.
9 de junio de 2014


De las secuencias sin consecuencias y los vacíos sin espacio para ocupar, desde las mentes pensantes de actuaciones latentes 
y para los espectadores sin expectativas, por lo inherente de las ausencias presentes.


J.
19 de diciembre de 2013

Por suerte hacía el suficiente sol como para que el camino te pareciera un poco menos gris de lo que las leyendas urbanas cuentan. Ni que fuera una procesión o el camino de la amargura, ni que cuando volvieras las cosas de la estantería de tu habitación ya no fueran a estar. 
El calor estaba frío en aquel lugar. A cada escalón se iba descifrando el dulce mensaje del desconocido que te daba la bienvenida a donde nunca más te pedirían explicaciones.
Te dijeron que te acostumbrarías, que no es tan difícil como te parece, que seguramente acabarías por descubrir los motivos, que llegar al origen de la causa es un gran paso para llegar al remedio. Vamos, que ya estarías a medio camino casi antes de empezar y que al respirar fuerte sintiendo como llega el aire al final de cada una de tus extremidades ya estarías casi en tu meta. O bueno, la meta que se supone que tienes que tener. Y claro, casi te convencieron, y es que todo suena mucho más creíble si se ve atardecer al otro lado de las ventanas, y además te llega un ligero olor a té.
No había más que palabras por todos lados, ni siquiera se sabía por dónde llegaban los discursos, pero llegaban. Los relojes estaban escondidos, para que tú perdieras la noción del tiempo mientras lo único de lo que se hablaba era de por qué las agujas de los relojes te perseguían amenazantes. Todo eso mientras te retorcías en un sofá que tenía la pinta de ser el más cómodo del mundo, pero eso sólo eran falsas apariencias; era la planta carnívora de entre los asientos.
Además, para arreglar un poco más todavía la situación, las paredes no estaban siempre en el mismo lugar porque detrás había siete trastos que las movían a su antojo, para despistarte y hacer un poco más complejo el juego. Había que darle un poco de emoción al asunto.
Después de todo eso llegaba la parte en la que hablaban los mudos y escuchaban los sordos. La escena en la que el débil tiene pinta de dar pisadas de plomo y el fuerte hace rato que se ha derrumbado por el camino. Un jaleo que no había Dios que lo calmara, ni siquiera Tyler Durden.

Así que nada, perdiéndote por ese caos y acariciando al gato que mataba la curiosidad, por fin acabaste por entender un poco de qué iba el asunto. Acababas de llegar a tu sitio, de poner los pies bajo tus piernas. Pero te habías olvidado de algo, desde el otro lado de la sala te estaba mirando yo.” susurró su conciencia.

J.
   
14 de marzo de 2015

    Como el agua condensada de cada gota de lluvia de hoy, y de mañana, y también de ayer. Un jugo aguado concentrado de intensidad que se evapora porque pasa el tiempo, y tú no me lo devuelves.

En el corazón de la inspiración que convierte lo que no se entiende en palabras entrelazadas, palabras que no pueden entender porque están la una al lado de la otra, qué se burlan la una del significado de la otra, que se miran de reojo porque no comprenden que hacen ahí, bajo cada gota de lluvia de hoy, y de mañana y también de ayer.
J.